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viernes, julio 31, 2009

EL PAN DE CRISTO

bien pues esta es una de las famosas cadenitas pero la verdad me gusto esta muy simple pero con mucho significado gracias a patricio muñoz que me lo envio un abrazo patricio

EL PAN DE CRISTO

El siguiente es el relato verídico de un hombre llamado Víctor. Al
cabo de meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a la mendicidad para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente.
Una fría tarde de invierno se encontraba en las inmediaciones de un
club privado cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo.
Víctor le pidió al hombre unas monedas para poder comprarse algo de
comer.
- Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio -replicó éste. La
mujer, que oyó la conversación, preguntó:
- ¿Qué quería ese pobre hombre?
- Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre -respondió su
marido.
- Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no
necesitamos y ¡ Dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
- Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el
dinero para beber.
-¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo.
Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron,
avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó la amable voz de la mujer que le decía:
- Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer, aunque la
situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted. Espero que pronto lo encuentre.
-¡Muchas gracias, señora! Me ha dado usted ocasión de comenzar de
nuevo y me ha ayudado a cobrar ánimo. Jamás olvidaré su gentileza.
-Estará usted comiendo El Pan de Cristo ! Compártalo -dijo ella con
una cálida sonrisa dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.
Víctor sintió como si una descarga eléctrica le recorriera el
cuerpo, encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar
lo que le sobraba para otro día, comería el pan de Cristo dos días. Una
vez más, aquella descarga eléctrica corría por su interior. ¡El Pan de Cristo!
-¡Un momento! -pensó-. No puedo guardarme el pan de Cristo solamente
para mí mismo.
Le parecía estar escuchando el eco de un viejo himno que había aprendido
en la e scuela dominical. En ese momento pasó a su lado un anciano.

-Quizás ese pobre anciano tenga hambre -pensó-. Tengo que compartir
el pan de Cristo.
- Oiga -exclamó Víctor-. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena
comida?
El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
- ¿Habla usted en serio, amigo? El hombre no daba crédito a su buena
fortuna hasta que se sentó a una mesa cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente.
Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan
en su servilleta de papel.

- ¿Está guardando un poco para mañana? -le preguntó.
- No, no. Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar, la ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé, tenía hambre. Le voy a llevar el pan.
- El Pan de Cristo!. Recordó nuevamente las palabras de la mujer y
tuvo la extraña sensación
de que había un tercer Convidado sentado a aquella mesa. A lo lejos las
campanas de una iglesia parecían entonar a los dos el viejo himno que le había sonado antes en la cabeza.
Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a
engullírselo. De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
- Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad -dijo el niño. El Pan de
Cristo alcanzará también para ti.
El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y
comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
- Hasta luego -dijo Víctor al viej o-. En alguna parte hay un empleo
para usted. Pronto dará con el. No desespere.
- ¿Sabe? -su voz se tornó en un susurró-. Esto que hemos comido es
el Pan de Cristo. Una señora me lo dijo cuanDo me dio aquellas monedas para comprarlo. El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna.
Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba
grabado el nombre del dueño. Víctor recorrió el largo camino hasta la casa del dueño del perro y llamó a la puerta.
Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo, de golpe la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba por reprocharle a Víctor que seguramente h abía robado el perro para cobrar la recompensa, pero no lo hizo, Víctor ostentaba un cierto aire de dignidad que lo detuvo.

En cambio dijo:
- En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa. ¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido.
- No puedo aceptarlo -dijo quedamente-. Solo quería hacerle un bien
al perro.
- Téngalo! Para mi lo que usted hizo vale mucho más que eso, le
interesará un empleo?
Venga a mi oficina mañana, me hace mucha falta una persona íntegra
como usted.
Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo
himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma, se titulaba:
'Parte el Pan de Vida'...
'NO OS CANSEIS DE DAR, PER O NO DEIS LAS SOBRAS,
DAD HASTA SENTIRLO, HASTA QUE DUELA'.
QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA LA GRACIA DE TOMAR
NUESTRA CRUZ Y SEGUIRLO, AUNQUE DUELA.
AHORA, SI LO DESEAS, COMPARTE ESTO CON LOS DEMAS,
'EL PAN DE CRISTO'.....YO YA LO HICE.
ESPERO QUE SIRVA DE ALGO EN TU VIDA...
¡QUE DIOS LOS BENDIGA SIEMPRE...!!!
Señor Jesús:'Te amo mucho, te necesito para siempre, estás en lo más
profundo de mi corazón, bendice con tus néctares corporales, a mi familia,
mi casa, mi hogar, mi empleo, mis finanzas, mis sueños, mis proyectos y
a mis amigos'.

1 comentarios:

luzdluna dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.